El pensamiento nietzscheano abre las puertas a la posmodernidad y al irracionalismo filosófico, obtuvo la influencia del sensualismo fenomenológico de Arthur Schopenhauer en la cual Nietzsche resalta la fuerza creadora, afirmación a la vida, la voluntad de poder entendida como una gran necesidad de ejercer y utilizar el poder para crecer y expandir nuestra fortaleza y el dominio de si mismo a pesar de los avatares de la vida. Uno de los postulados de Nietzsche son los dos principios intrínsecos en el espíritu humano, lo apolíneo y lo dionisiaco, estos dos principios dialecticos que se dan necesariamente en el universo, en la naturaleza, en la historia, en la sociedad como también sicológicamente
Nietzsche se fundamento y se inspiro en la cultura griega, en la cual redescubrió el carácter inexplicable y trágico de la vida humana. Para este pensador el arte como expresión simbólica de la vida, se desarrollaba por dos fuerzas opuestas que representan dos símbolos: los dioses Apolo y Dionisos.
El espíritu apolíneo simboliza la racionalidad, la serenidad, el equilibrio, la medida, la disciplina, la sensatez, conciencia personal, la armonía y la claridad.
El espíritu dionisiaco representa lo erótico, la desmedida, los deseos excesivos, el placer sin límite, la afirmación de la vida, lo desbordante, la embriaguez y la negación de la conciencia personal.
Nietzsche siempre considero que la grandeza de la tragedia griega se fundamentaba en saber captar que la síntesis creadora solo puede surgir de la oposición de estas dos fuerzas: Apolo no podía vivir sin Dionisos. Sin embargo, considero que la decadencia de la cultura griega representada por Sócrates, el símbolo griego de la sensatez y del dominio emocional usando la conciencia como supremacía sobre lo sensorial, surgió como ruptura entre las dos fuerzas de la vida, en la que la razón, es decir lo apolíneo, se impone sobre lo irracional, lo sensual y lo instintivo: es decir lo dionisiaco.
Razón tenía el filósofo y escritor Colombiano Fernando González Ochoa cuando afirmaba “La razón es esencialmente enemiga de la vida”